Alejandra Contreras, Directora Ejecutiva del CUECH: “Este trabajo se realiza desde el compromiso que tienen nuestras instituciones por la sociedad y que se refleja en una formación integral de estudiantes”
mayo 16, 2021Columna de Opinión: “Democracia universitaria y ciudadanía estudiantil”
junio 15, 2021Con el objetivo de compartir diferentes miradas sobre la formación ciudadana y sus desafíos dentro de las Universidades del Estado, el proyecto se encuentra realizando una serie de entrevistas que esperan generar nuevas reflexiones en torno a este tema.
En esta oportunidad, la Vicerrectora Académica de la Universidad Arturo Prat, Liliana Herrera, quien elaboró junto al equipo de la Vicerrectoría Académica UNAP (Directora General de Docencia y Directora General de Asuntos Estudiantiles) una reflexión en una reunión de la Mesa técnica del proyecto de formación ciudadana, entrega una visión sobre la relevancia de posicionar este tema y el rol que cumplen las instituciones de educación superior estatales.
¿Cree que el avance en discusiones y orientaciones sobre formación ciudadana puede ayudar a fortalecer el rol de las Universidades del Estado?
La Universidades Estatales se han mantenido desde la década de los 80, como una consecuencia de la reforma, en la lógica de relevar lo disciplinar y las carreras con indicadores salariales en un escenario altamente competitivo, relegando la formación de personas.
Sin embargo, las universidades se han caracterizado como un “espacio óptimo de aprendizaje no sólo profesional y cultural, sino también de carácter humano y, por ende, ético y moral”. En este ámbito es que las Universidades Estatales deben recuperar y fortalecer el sentido de la formación en un marco donde se combinen lo disciplinar y lo humano.
Citando a Rodríguez (2012) “…las universidades deben retomar su rol original en el contexto “del mejoramiento cualitativo del hombre y de la sociedad”, cuyo éxito se asocia al quehacer de sus integrantes (triestamental) y a su interacción con la sociedad”.
La formación ciudadana cobra relevancia en un escenario donde la carencia de formación cívica, por ejemplo, en el entorno educacional ha conducido a la adquisición de conocimiento, por parte de las y los jóvenes, muchas veces de carácter informal, especialmente en el ámbito de lo que involucra ser un(a) ciudadano(a) en el espacio social, político o estructural de los grupos etarios, y en las habilidades como solidaridad, respeto y equidad.
Así, las Universidades Estatales enfrentan un proceso formativo que va más allá del ámbito disciplinar y de las experticias que la mayoría de los(as) académicos y académicas poseen en sus áreas de especialidad en la docencia y/o en la investigación. El pensamiento crítico indudablemente se instala como una competencia en el proceso enseñanza-aprendizaje de los planes de formación curricular, pero la formación ciudadana involucra el desarrollo de un pensamiento crítico que apunta a la inserción de las personas (estudiantes, egresados(as) y/o profesionales) en espacios de participación desde los contextos sociales, culturales y políticos.
Esto claramente implica que las y los académicos(as) incorporen estos elementos en los procesos formativos, pero ¿cómo? El propio concepto de ciudadanía parece muchas veces que no está claro. Por definición “Las competencias ciudadanas buscan fomentar personas integrales, con autonomía y pensamiento crítico, para que sean capaces de construir una sociedad basada en el respeto, transparencia, cooperación y libertad” ¿Cómo las y los académicos(as) se hacen cargo de esta formación?
Precisamente, una de las consecuencias que trajo el “estallido social” para las Universidades Estatales es que develó la carencia de políticas internas conducentes a delinear su relación con los estudiantes y específicamente el rol con la sociedad.
¿Cuáles cree que son los principales desafíos para desarrollar formación ciudadana en las universidades en su experiencia?
En nuestra Universidad las iniciativas relacionadas con formación ciudadana son recientes, algunas ya se están llevando a cabo y otras están por implementarse. En ese contexto, los desafíos que detectamos y enfrentamos se encuentran asociados, por una parte, al perfil generacional de nuestras y nuestros estudiantes, y por otro, como una consecuencia, a la relación estudiante-académico(a).
En su análisis sobre “Formación para la ciudadanía y Educación Superior”, Martínez (2006) señala “No podemos olvidar que una parte importante de la resistencia ante los cambios en la universidad tienen su causa en una actitud pasiva del estudiante, en extremo interesado en la obtención de un título para la competencia con otros en cuestiones estrictamente profesionales, a menudo alejadas, e incluso contrarias, de las propuestas éticas relativas a los valores que planteamos”.
Sin embargo, la juventud debe ser entendida en el contexto histórico en que vive considerando, además, la evolución de los valores del país, en qué momento de la historia estos jóvenes crecieron y las oportunidades que tuvieron. ¿Qué se les dijo que era el éxito o el fracaso? (entrevista Vivaldi, 2019).
Es común el pensamiento que las y los jóvenes de hoy exhiben una desafección política o una desmotivación para participar, pero en realidad lo que se observa es una resistencia para perpetuar las formas estrategias de compromiso y participación. Para ellas y ellos, los valores de una sociedad, los problemas y las soluciones, no emanan del estado, sino del dialogo situado (territorial), es decir de un dialogo espontáneo de todos los actores de la comunidad en articulaciones momentáneas, colectivas, culturalmente definidas.
Olivo (2017) cita “….la noción de ciudadanía para los jóvenes está en construcción y no posee cimientos concretos en la concepción de derechos, deberes y sentido de pertenencia, sobre los cuales se estructure la formación del actor social”.
De esta forma, la orientación de las propuestas de formación debe encaminarse por la vía de la manera que tienen de relacionarse entre ellas y ellos, de la manera en que perciben el entorno, a los adultos y, en particular, a sus docentes. El desafío es seguir potenciando el fortalecimiento de las instancias o dispositivos de formación ciudadana para estos adultos emergentes pertenecientes, en su mayoría, a la generación “Millennial”, para quienes el formato de participación y de responsabilidad social no calza con la idea tradicional o clásica.
¿Cuál es el rol que tienen las y los docentes para impulsar discusiones que fomenten la formación ciudadana?
Bajo el marco descrito indudablemente que las y los docentes juegan un papel fundamental en la discusión sobre formación ciudadana. Son los administradores del escenario (aula) que concede el despliegue en este contexto de elementos que pueden atraer la atención de las y los estudiantes convirtiéndolo en un espacio de conversación sobre lo concerniente a la formación ciudadana.
Las y los académicos(as) enfrentan una nueva acción educativa y, para que cumplan este rol primordial en la formación, la discusión debe, además, ser impulsada incorporando en los planes de formación curricular la formación valórica como objetivo esencial.
En ese sentido, nuestro modelo educativo fomenta la actividad de las y los docentes como mediadores entre el conocimiento y el estudiante, acción que convoca habilidades pedagógicas y relacionales, con una configuración del proceso enseñanza-aprendizaje enfocado en los contenidos con un fin más allá de la disciplina en sí, sino que, además, con el fin de instalar competencias para la formación de un(a) ciudadano(a) crítico(a), responsable y respetuosa(a).
Citas
Martínez M. 2006. Formación para la Ciudadanía y Educación Superior. Revista Iberoamericana de Educación, 42:85-102.
Olivo M. 2017. Educación para la Ciudadanía en Chile. Información Tecnológica, 28(5):151-164.
Rodríguez E. 2012. La educación superior en Chile y el rol del mercado: ¿culpable o inocente? Ingeniare. Revista chilena de ingeniería, 20(1):126-135.
Vivaldi E. 2019. Entrevista al Rector de la Universidad de Chile, diario La tercera, Ennio Vivaldi
Rector de la Universidad de Chile. Ennio Vivaldi
Rector de la Universidad de Chile.