Vicerrectoras académicas de universidades estatales abordan aprendizajes y desafíos en materia de formación ciudadana
noviembre 28, 2020Formación ciudadana y derechos humanos en la Universidad
diciembre 28, 2020La formación ciudadana ha ido ocupando, desde las últimas décadas, un espacio cada vez más amplio en los sistemas educativos de buena parte del mundo. Aquello no responde a un simple capricho, sino a la creciente demanda de las sociedades por una mayor participación en los asuntos públicos y a la preocupación por enfrentar los graves problemas que amenazan a la humanidad: contaminación a escala catastrófica, desigualdades en aumento, conflictos armados, entre otros.
En el caso de las universidades del Estado de Chile, la ley 21.094 les asigna directamente la tarea ineludible de llevar adelante procesos educativos que contribuyan a la formación de ciudadanos dotados de un espíritu crítico, de valores democráticos, de principios de solidaridad y de respeto al medio ambiente. A mi modo de ver, tal mandato posee una doble dimensión, por un lado, conlleva la tarea de formar profesionales éticamente responsables y comprometidos con los derechos humanos en un sentido amplio, que vean a las personas como sujetos de derechos, y no como simples factores económicos. Por otro lado, supone asumir un enfoque multidimensional que le dote de coherencia, considerando aspectos como el sentido que posee este tipo de formación y las nociones de ciudadanía que circulan en nuestras instituciones, así como los currículums prescrito, enseñado y oculto.
La formación ciudadana es un proceso que se extiende a lo largo de toda la vida –de ahí que el uso del concepto formación no sea casual– y, por tanto, se trata de un área que sobrepasa los márgenes curriculares, para situarse fundamentalmente en la realidad social misma, dimensión sin la cual no es posible desarrollar los conocimientos, valores y habilidades que facultan para un ejercicio maximalista y crítico de la ciudadanía. Ciertamente, la disposición de las y los docentes universitarios para relacionar sus prácticas a las situaciones de interés que impactan lo público depende de sus ideas previas respecto a qué implica ser ciudadano en una democracia: docentes con una noción minimalista de la misma difícilmente verán sentido a la formación de ciudadanos transformadores del mundo.
A nivel curricular, la experiencia ha demostrado la necesidad de contar tanto con asignaturas orientadas directamente a formar en ciudadanía como con aprendizajes transversales. No obstante, todo ello puede quedar en nada ante el insistente predomino de los estilos tradicionales-expositivos entre el profesorado. Por tanto, resulta de gran importancia interiorizar los principios didácticos básicos de esta área, tales como el protagonismo del alumnado; el debate respetuoso de la realidad en el contexto de comunidades democráticas, especialmente de temas controversiales capaces de movilizar el interés y los aprendizajes; y la acción directa sobre los problemas sociales y ambientales.
El reciente estallido social nos habla de las ansias y esperanzas de la ciudadanía del país por incidir en su propia realidad. La demanda por mayores espacios de participación interpela a todo el sistema educativo a contribuir al desarrollo de las competencias necesarias en democracia. En dicha tarea, el rol de las universidades del Estado es, como ya se ha dicho, ineludible.
Juan José Salinas Valdés
Doctor en Educación
Especialista en didáctica de las ciencias sociales
Universidad de Antofagasta
Miembro de la Mesa Técnica de Formación Ciudadana en la Educación Superior del Consorcio de Universidades Estatales